Los chifles dorados y crocantes se espolvorean con sal y están listos para comerlos. Acompañan mazamorras y caldos. Hasta se prepara un caldo de carne con chifles. En los últimos años los ofrecen con cebiches, aunque a estos siempre se los presentó con maíz tostado con manteca.
Más crocantes son los chifles preparados y empaquetados en fábricas. Hasta los hacen dulces. En todo caso, los chifles completan la gracia de algunos platos tradicionales ecuatorianos y tienen el mismo lugar que el tostado ya aludido o que los chochos pelados o que el mote choclo.
A los visitantes extranjeros les llama la atención el uso del plátano. En la actualidad el pan le ha hecho competencia; sin embargo, el verde asado en las mesas de montubios y pescadores se lleva muy bien con el pescado a la hora del desayuno. A un viajero de comienzos del siglo XIX le llamó mucho la atención el servicio de los barcos que llegaban o salían de Guayaquil. En estos no se ofrecía pan, sino toda clase de composiciones culinarias con plátano. Si no fueron bolones, debieron ser chifles. Unos y otros son buenos para todo. La palabra “chifle” es de origen desconocido y no consta en el diccionario de la lengua española.
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